Cuando el ser humano inventó por primera vez, limpió. Limpió una superficie abstracta llamada mente del polvo que suponía esforzarse, el polvo que ensuciaba una cabeza que se cansaba de luchar por sobrevivir en un mundo en el que estaba en desventaja física frente al resto de predadores. Se fue barriendo así el sufrir del día a día, facilitando su camino. Una limpieza personal comenzaba...
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Campus Murcia |
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Campus de Espinardo (Murcia) |
Cuando el ser humano inventó por segunda vez, ensució. Continuó limpiando su propia senda de obstáculos, pero empezó a ensuciar el ambiente que lo había criado y que había ido dejando atrás. Lo contaminó, pues al prosperar con un nuevo artilugio, desechó el que había creado anteriormente; de nada le servía ya. Una limpieza personal comenzaba, y un contaminante tras sus pies.
Así siguió el ser humano inventando, y con tales inventos continuó desechando los anteriores y dejando su rastro tras de sí. Poco a poco se iba distanciando cada vez más de su tierra natal para inventarse su propio nicho ecológico. Algún día ese lugar se vería también obligado a desecharse ante la presencia de una nueva creación humana. Algún día su propio hábitat se convertiría en su basura, una basura que ocupaba un espacio físico finito.
Al tiempo que inventaba, se iba cansando más y más de pensar. Nada le contentaba, todo le aburría, y las ideas se agotaban. Entonces, inmerso en sus cansados pensamientos, reflexionó, y llegó a la errónea conclusión de que todo lo que había construido era símbolo de un gran progreso, de un gran mérito que sólo a él pertenecía. ¿Por qué tenían que disfrutar los demás humanos de sus logros? Inventó así la avaricia, la avaricia del hombre.
El siguiente paso iba a ser ponerle un valor a lo creado para que otros no lo obtubiesen sin antes pagar bien por ello. Así sería más “justo” para todos: “Yo he gastado tiempo y sudor para vivir mejor. Si queréis disfrutar de mis progresos dadme algo a cambio, o pudríos por ahí. De nada me interesáis si sólo queréis beber de mis beneficios sin hacer nada por mi. Todos sois unos vagos, y yo he sido el portador de la suerte, yo soy vuestro rey. Alabadme por mis posesiones; yo os lo agradezco, ¡pero pagadme!”(comienza aquí la adicción por el poder y el sentimiento de superioridad).
A los otros humanos, en su inocencia e ignorancia, dicha idea les pareció bien (y a los que no, tragaron el primer veneno del ciego por ignorancia, que no por enfermedad): “Como no hemos inventado, es justo dar algo a cambio”. Pero, ¿qué le puedes dar al que ya lo tiene todo? Lo más drástico y eficaz sería darle fuego para que se baje de la nube de las riquezas. Quizás sea hora de inventar el dinero...
Y el tiempo se fue consumiendo, al igual que toda la materia que la vida aportaba y que el ser humano utilizaba para sus inventos. A la par, sus desechos se amontonaban a su espalda. Había construido un sendero brillante y limpio, lleno de facilidades, pero en los bordes del camino la basura ejercía presión, deseosa de caer dentro del espacio vacío que ocupaba éste y de dejar el suelo a un nivel equilibrado. Y toda ella se derrumbó, sepultando la tierra que marcaba la línea de la historia del inventor.
Y el tiempo se fue consumiendo, al igual que toda la materia que la vida aportaba y que el ser humano utilizaba para sus inventos. A la par, sus desechos se amontonaban a su espalda. Había construido un sendero brillante y limpio, lleno de facilidades, pero en los bordes del camino la basura ejercía presión, deseosa de caer dentro del espacio vacío que ocupaba éste y de dejar el suelo a un nivel equilibrado. Y toda ella se derrumbó, sepultando la tierra que marcaba la línea de la historia del inventor.
Como el mal padre, el hombre alargó su vida para acortar la de sus hijos. Y sus hijos buscan ahora el sendero que los guía hasta su lugar de nacimiento. Su cuna quedó lejos, mas los desechos derrumbados convierten el camino de vuelta en un enrevesado laberinto. Para encontrar la ruta que los llevará de vuelta a casa, al origen de su existir, los hijos bastardos tienen que limpiar con sus manos la senda de los inventos olvidados.
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Nosotros recogiendo basura |
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Recolección primer día |
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Recolección primer día |